Sunday, November 19, 2006

Acorazado de papel (1982)

A Jorge.

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Fue un olvidado amanecer
cuando una pluma sobre un papel
dibujó un poema,
un hermoso poema de amor ;
pero el poeta marchó
y lo abandonó.
Pasó el tiempo y el papel
de mano en mano fue
y acabó de esta manera,
como barquito de guerra :
"Potemkin" de papel
que desde entonces navega.
Acorazado de papel ;
buscas tu norte perdido,
sin ver que el mar no es un camino ;
es sólo mar.
Acorazado de papel,
dime cuándo y por última vez
echarás el ancla,
arriarás las velas ;
quizá sólo esperas
que alguien quiera
sacarte del agua,
estirar el papel
y leer tu poema.
(Junio 1982).

Siete dias de tu vida (1982)

A veces se cruzan dos vidas durante un corto instante de tiempo y los dos aprenden algo del encuentro. 

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Siete días de tu vida, 
de ti misma una semana, 
perece tanto tiempo; 
yo que no esperaba nada 
de tus diecinueve abriles 
dibujados de esperanza. 

Y esos ojos anhelantes 
que disfrazas de atrevidos, 
me revelan el secreto 
de un poema escondido;
si el que lo guarda se duerme, 
alguien puede salir herido. 

Me pediste una canción y aquí está; 
sólo son unas palabras, 
recuerdo de que un día se cruzaron 
tu mirada y mi mirada. 

Tu mañana aún no existe, 
mi ayer es sólo un sueño 
y vivimos el ahora, 
ese instante perpetuo 
donde el mañana se hace ayer 
y todo lo nuevo es viejo. 
(Julio 1982)

El armario (1982)

Sobre la represión sexual en la educación. Tengo la leve sensación de que en realidad fue una chica quien me contó esta historia. No me hagáis mucho caso...

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Era feliz esta niña,
mas sólo entre comillas ;
pues le habían inculcado
que sólo un ser malvado
puede atreverse a ser feliz
con lo mal que anda el mundo, ¡Vive Dios !.
Era una niña pacífica,
envuelta en fantasías ;
y sus hadas le enseñaron
que esconderse en un armario
es fenomenal ;
sobre todo acompañada
de algún niño ; huele a lavanda
en el armario y esa cosita
te hace cosquillas ;es sensacional.
Era amable esta niña,
criada entre mentiras ;
que sabía dar las gracias
por las golosinas rancias
de esas tías besuconas
con un aliento que espantaba.
Era una niña muy linda,
educada entre monjitas
que intentaron aprendiera
que una señorita seria
se ha de casar
y ha de olvidar los armarios
y las cosquillas y tener hijos
y hacer la guerra a su marido,
que la mantendrá.
La niña se hizo mayor
y un día se casó ;
ya es feliz sin comillas,
con un hombre que la mima
y la va a buscar
alguna que otra vez al armario,
huele a lavanda en el armario,
y esa cosita te hace cosquillas,
allí en sus brazos es otro mundo,
es sensacional, realmente especial... (Agosto 1982)

Hay que crecer (1982)


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- No quiero crecer nunca, mamá,
no quiero hacerme mayor.
- Pues si no creces, ay, no sabrás
lo que es el amor.

- No quiero crecer nunca, mamá,
y entre mentiras vivir.
- Pues si no creces, ay, no podrás
la verdad descubrir.

- Las personas siempre tienen prisa, mamá,
nunca se paran a oír.
- Si no creces no entenderás a quien
tenga algo que decir.

- Las personas viven con miedo, mamá,
dan de sí lo peor.
- Pues no seas como nosotros
cuando te hagas mayor.

- No quiero crecer nunca, mamá,
no quiero hacerme mayor.
- Pues si no creces nunca podrás
mostrarnos el amor.

(Agosto 1982)

Sin tí (1982)

Un verano esperando llamadas que no llegaban sin saber que eran las que más necesitaba.

Escuchar o descargar el mp3 (Sacado de una cinta de 1985)

Estoy muy solo desde tu marcha, amor;
y esta casa se me viene encima;
cada rincón susurra tu nombre
y yo me pregunto si volverás.
Cada vez que oigo un coche
espero que sea el tuyo;
cuando suena el teléfono
deseo que seas tú.
Quiero saber por qué no escribes,
por qué no llamas más a menudo,
si piensas volver a llenar mis noches;
no quiero estar más tiempo solo.
Cada vez que oigo un coche
espero que sea el tuyo
cuando suena el teléfono
deseo que seas tú.
El cielo está hoy más oscuro;
mia es la culpa, soñé demasiado;
olvidé que el pasado aún no se ha ido
y sigo solo cantando aquí.
Cada vez que oigo un coche
espero que sea el tuyo
cuando suena el teléfono
deseo que seas tú.

Canción de la buena cuñada (1983)

Siempre los mejores son los que se van demasiado pronto.

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En la mesa de un bar,
tomando tortas con nata
y presumiendo de canas,
cuñada,
estaremos tú y yo
una tarde de sol,
ya entraditos en años,
cada día más serenos,
cada vez más lentos.
Por cada vieja historia
que olvides,
habrá siempre otra nueva
que contar
y nos dará igual.
A la orilla de tu mar
encontraré refugio,
siempre que lo necesite,
cuñada,
y un momento de paz
y un instante de quietud,
recordando otros tiempos,
cada día más lejanos,
cada vez más dulces.
Por cada bello tiempo
que ha pasado,
hay siempre otro nuevo
que vivir;
siempre ha sido así.
(Enero 1983)

Federico (1983)

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Como cada tarde desde hace años,
apenas suenan las tres,
Federico sale de su trabajo
y se va a casa a comer.
Cuando ya ha doblado la última esquina
y a unos metros de su portal
bruscamente topa con una sonrisa
que le hace respingar.

Al fijarse ve, colgando de esa sonrisa,
los restos de el que tiempo atrás fue como parte de él.
Hu, hu, cuando los amigos vuelven del ayer,
hu, hu, cuando los fantasmas vuelven del ayer.

Federico siente como un mazazo
y veinte años caen sobre él;
le tiembla el pulso y presiente que han acabado
sus correrías sin cuartel.
Mientras el amigo le enseña las fotos
de los hijos y la mujer,
le va entrando al pobre como un ahogo
y quiere echar a correr.

Se despide al fin y huye a su refugio;
se acabó el vivir, ya solo queda casarse o morir.
Hu, hu, cuando los amigos vuelven del ayer,
hu, hu, cuando los fantasmas vuelven del ayer.

Desde aquella tarde triste y aciaga,
Federico ya no es igual;
sus amigas dicen que aburre a las vacas
y que empieza a chochear;

y Federico va de un bar a otro
sin encontrar alguien que le diga qué es lo que va mal.
Hu, hu, cuando los amigos vuelven del ayer,
hu, hu, cuando los fantasmas vuelven del ayer.
Hu, hu, huid de los viejos amigos del ayer,
hu, hu, huid de los viejos fantasmas del ayer.

(Marzo 1983)

Ay, Madrid (1983)

Inspirada en mi admirado Hilario Camacho, que espero esté en la gloria, habla de la manía de echarle la culpa a mi ciudad de todos los que vienen aquí a llenarla de suciedad y malos modos.

¡Ay, Madrid!, tu cuerpo desnudo,
perdido entre el humo que es parte ya de ti.
Y por tus calles hay un enjambre de tábanos
que van escupiendo y tejiendo un velo gris
que te envuelve, Madrid.
¡Ay, Madrid!, perdido el silencio,
hundido en cemento, no puedes huir
de nuestras locuras, de nuestras angustias y el odio
que te ha hecho hostil y aún se atreven a decir
"¡no hay quien viva ya en Madrid!".
Domingo por la mañana en Madrid;
casi vacía de gente y ruido al fin;
ella y yo solos, nadie nos molesta;
muchos aún duermen la borrachera...
Luego vendrá la tarde y la ciudad se llenará
de niñas y niños que la ensuciarán una vez más;
mañana vendrán sus padres a trabajar
como cada lunes en la ciudad.
¡Ay, Madrid!, quizá llegue el tiempo
en que tu cuerpo, negro y roto al fin,
será abandonado y entregado al olvido,
pero hasta ese dia tú seguirás ahí,
resistiendo aún, Madrid ; aguantando, Madrid.
Pasarán las modas, pasarán los modos
y tú seguirás ahí, resistiendo, Madrid.
Pasarán los tiempos, pasaremos todos
y tú seguirás ahí, resistiendo, Madrid.
(Abril 1983)